Conseguir tener la casa ordenada día a día no es tan complicado con unos sencillos gestos. De hecho, es más que necesario para que se mantenga en perfecto estado de revista y que la limpieza semanal sea mucho más llevadera. Lo ideal es crear una serie de rutinas y hábitos que te ayuden a mantener el orden sin volverte loca. Repasa este listado a diario y verás cómo, en pocos días, lo has interiorizado y te resulta mucho más sencillo conseguir que tu casa se mantenga más ordenada y por más tiempo.
Es uno de los básicos del orden. Hacer la cama cuando te levantes tiene muchos beneficios: desde potenciar tu autoestima hasta reducir el estrés. Pero lo mejor es que, cuando vuelvas del trabajo la sensación de orden te invadirá y sentirás que tu habitación es mucho más acogedora e invitará al descanso. Además, dormir con la cama sin hacer repercute negativamente en tu descanso, llegando a provocar tortícolis o contracturas en la espalda.
Si lo haces después de cada comida y cada cena, evitarás que la suciedad quede incrustada en los platos, pero también prevendrás que se acumulen los malos olores en tu cocina. Además, de esa manera no tendrás que enfrentarte a ellos la mañana siguiente, cuando siempre vamos con prisas, o cuando vuelvas a hacer uso de la cocina. Destierra la pereza y, según termines de comer, recoge los platos y friégalos o mételos en el lavavajillas.
Es la regla número uno del orden. Si usas algo, devuélvelo a su sitio cuando hayas terminado de utilizarlo. Puede resultar algo tedioso cuando estamos metidos en faena, pero es una rutina que te ayudará a mantener tu casa ordenada en todo momento y, lo mejor de todo, libre de objetos fuera de lugar.
No se trata de que lo limpies como cuando haces limpieza general, pero aprovecha para colocar las toallas, eliminar las posibles manchas de pasta de dientes del lavabo o pasar un paño rápido por la mampara para eliminar la cal. El calor del agua de la ducha ablanda la suciedad, de manera que será mucho más fácil (y rápido) hacerlo. Además, de esta manera no tendrás que ‘matarte’ cuando limpies el aseo a fondo.
Sí, sabemos que estás cansada después de un largo día fuera de casa, pero no vale eso de dejar la ropa que te quitas tirada encima de una butaca de cualquier manera. Lo ideal es que eches en el cubo de la ropa sucia aquellas prendas que necesiten ser lavadas, mientras que deberías guardar en su sitio los vaqueros, la americana o el jersey que puedan utilizarse varias veces más antes de pasar por la colada.
Si vas recogiendo los cacharros que utilizas según vas cocinando, este paso será coser y cantar. Con la bayeta que utilices para limpiar la encimera, pasa toda la superficie, prestando especial atención a las manchas de aceite o grasa (no hay nada más desagradable que ir a prepararse el café por la mañana y encontrar la cocina grasienta). También ten cuidado de no tirar las migas o restos de comida al suelo. Recógelas con la mano y deposítalas en la basura. No te olvides después de limpiar y enjuagar la bayeta para que no coja malos olores.
Coloca bien la funda del sofá, da un repaso a la mesa de centro, dobla la mantita con la que te tapas cuando te relajas en el sofá y pon los cojines en su sitio. Todo esto no te llevará más de cinco minutos y lo agradecerás enormemente cuando te levantes por la mañana y no veas este espacio como si hubiera pasado un huracán. Además, el salón estará perfecto para cuando llegues del trabajo y quieras disfrutar cómodamente de una serie.
Es la misma máxima que debes seguir cuando algo sale de su sitio y después hay que retornarlo a su lugar. Esto es más o menos lo mismo, pero con la ventaja de que no tendrás que pelearte con la mancha tiempo después, cuando sea mucho más difícil limpiarla. Además de que te llevará más tiempo. Así que cuando algo se derrame o se mancha, no seas perezosa y límpialo con la máxima celeridad.
Es un poco lo mismo que antes, la única diferencia es que tal vez la mancha no sea reciente. Si lo dejas pasar, se te volverá a olvidar y así sucesivamente hasta que tengas que hacer limpieza general y la mancha sea mucho más difícil de eliminar. Así que cuando veas algo sucio, aprovecha el momento para darle un repaso rápido. La limpieza general será mucho más llevadera y no tendrás que focalizar tus esfuerzos en pequeñas manchas.
Cuando llegues a casa después de un largo día, no dejes el correo encima del mueble del recibidor por los siglos de los siglos. Lo ideal es que separes el correo importante de la publicidad, que debería ir al cubo de la basura. Mientras, abre las cartas importantes, como facturas o notificaciones. Tira los sobres y clasifica y guarda las facturas importantes donde corresponda. Así no se acumulará todo en el recibidor y lo mantendrás despejado. Además, te será mucho más fácil tener los papeles importantes organizados y, lo más importante, localizados siempre que lo necesites.
Si eres de los que llega a casa y, nada más llegar se descalza (sabemos que hay pocos placeres similares), no dejes los zapatos de por medio. Hazte con un mueble zapatero y ten el calzado que usas con mayor frecuencia ahí. Así, cuando llegues a casa te será mucho más fácil sacar un calzado cómodo y guardar los zapatos que has llevado durante todo el día.
Si te gusta cocinar, sabrás que la cocina es la estancia en la que más se ensucia el suelo. Por eso, después de estar rodeado de sartenes y ollas y haber limpiado la encimera (como te hemos dicho antes), pasa la escoba para quitar la suciedad más visible. Si la cocina está muy sucia, hazlo con más ahínco y aprovecha también para fregar el suelo.